Lo mejor para conocer la isla es alquilar una moto. No encontraras un negocio de alquiler de motos, pero si preguntas, siempre hay algún local dispuesto a alquilarte la suya por un módico precio al día. Eso sí, atento por donde te metes. La mayor parte de las carreteras están en mal estado debido a las fuertes y rutinarias lluvias. Sobre todo si te adentras en la isla hacia los poblados existentes entre las montañas.
Es impresionante como puede cambiar el entorno de una playa a otra, las hay de arena blanca o de piedras negras. Algunas extensas, otras pequeñas y envueltas de palmeras.
También dispones del transporte público que tiene Kalabahi. Se trata de dos líneas la azul y la roja. Una de ellas hace una ruta por la ciudad. La otra te lleva hasta la zona de Alor Kecil. Son una especie de mini furgonetas, con muchos colores y música a todo volumen.
En Kalabahi encontraras el mercado, un cajero, alguna que otra tienda de comestibles, farmacia, una especie de supermercado y algún restaurante (yo recuerdo haber visto un par de ellos).
Hay un poblado en la isla al que se puede ir de visita. Siguen viviendo como sus antepasados. Te enseñan las cabañas típicas donde viven. Como recogen el agua de la lluvia. Incluso tienen una paradita con cositas hechas por ellos. Yo les compré una pulsera ¡hecha de un tenedor! Son gente de gran corazón. Incluso ¡nos invitaron a tomar un té!
Fue en esta isla donde, a través de un viajero que conocimos allí, probé el Sirih-Pinang.